La discusión sobre el salario mínimo 2026 llega en un momento decisivo para la economía colombiana. Este análisis forma parte de un artículo de opinión de José Román González, Docente del programa de Administración de Empresas de la Universidad de América, quien destaca que, aunque la negociación del salario mínimo se realiza cada año, el contexto actual convierte este proceso en un reto mayor que exige rigor técnico, transparencia y una reflexión responsable sobre sus efectos en los hogares, las empresas y el país.
La inflación, el punto de partida del ajuste salarial
El primer factor a considerar es la inflación actual. A pesar de que los altos niveles de inflación de 2022 y 2023 han venido cediendo, varios bienes esenciales continúan mostrando presiones en sus precios.
Un aumento del salario mínimo que supere el incremento real del costo de vida podría activar nuevamente mecanismos de indexación y provocar nuevos ciclos inflacionarios, poniendo en riesgo la estabilidad económica alcanzada.
Productividad: un indicador que sigue en debate
El segundo factor clave en la mesa de negociación es la productividad laboral, ya que muestra un crecimiento moderado y aún se ajusta al proceso de recuperación del empleo, mientras que la productividad del capital sigue dinámicas distintas influenciadas por la inversión, la depreciación de equipos y el uso de la capacidad instalada.
Por esta razón, elegir qué indicador utilizar y qué peso asignarle será determinante, pues una metodología inadecuada podría justificar aumentos del salario mínimo que no reflejan la realidad económica, ya sea por ser demasiado altos o demasiado bajos.
Costo laboral y formalidad: el impacto sobre empresas y empleo
El salario mínimo no solo impacta los ingresos de los trabajadores, sino también la estabilidad de las empresas y la formalidad laboral. Colombia mantiene uno de los costos no salariales más altos, con cargas adicionales que representan alrededor del 53% del salario.
Un incremento demasiado elevado podría aumentar la informalidad laboral, que en varias ciudades ya supera el 56 % y afectar la supervivencia de pequeñas y medianas empresas que operan con márgenes reducidos y tienen un acceso limitado a financiamiento.
Riesgos en tiempos electorales
En un contexto electoral, existe el riesgo de que el salario mínimo 2026 se utilice como herramienta política. La experiencia internacional demuestra que las decisiones guiadas por intereses políticos, y no por criterios técnicos, suelen generar efectos negativos como la caída de la inversión, menor confianza institucional y menor creación de empleo formal.
Tres condiciones esenciales para el salario mínimo 2026
Para que el aumento del salario mínimo sea sostenible y beneficioso, debe proteger el poder adquisitivo de los hogares, permitir que las empresas formales mantengan su estabilidad y competitividad y evitar presiones inflacionarias que puedan incrementar la informalidad laboral.
Una señal para el país y para los mercados
La decisión sobre el salario mínimo 2026 enviará un mensaje clave a inversionistas, empresas y a toda la economía nacional. Más allá del número final, el reto es demostrar que Colombia puede tomar decisiones responsables, guiadas por el rigor técnico y alejadas de intereses políticos, fortaleciendo así la confianza en el desarrollo económico del país.





